Francia 2018
La Roque-Gageac, Sarlat-la-Canéda, Rocamadour y Gouffre de Padirac

Nos esperaban unos 100 km de carreteras bastante malas. Así fue, las carreteras eran estrechas, bacheadas y con infinidad de curvas. El navegador nos volvió a pasar alguna mala jugada, pero llegamos sin contratiempos después de algo menos de tres horas de viaje. Esta vez el camping elegido fue el Camping La Plage, a las orillas del río Dordoña. Teníamos reservadas cinco noches (el camping estaba lleno). La recepción no estaba en la entrada, se encontraba al lado de la piscina a unos doscientos metros de la puerta. No hablaban nada de castellano y como nosotros no teníamos ni idea de francés... no tuvimos problemas para entendernos. La parcela era amplia, llana y con la sombra de un gran árbol. Los baños eran pocos para la ocupación del camping y no estaban muy limpios. Tenía una pequeña piscina que nos dio un buen servicio, pero lo mejor era el río Dordoña que estaba a 20 metros. Nos dimos unos baños fantásticos en este gran río con el agua cristalina y no mucha corriente. Por la noche algún día en el bar tenían música en directo, una de estas noches actuó una banda que imitaban a Scorpions y a mi padre le gustó mucho. La primera tarde la dedicamos a holgazanear, bueno algo hicimos de provecho, nos dimos un baño en el río y luego en la piscina. Por la tarde noche nos acercamos andando al pueblo La Roque-Gageac, que se encuentra sobre un kilómetro y es muy bonito para ver como las casas se meten en las rocas.



Este camping fue nuestra base para hacer y ver varios lugares cercanos. Sarlat-la-Canéda fue una de nuestras visitas. Al estar a 12 kilómetros del camping, nos acercamos varias veces. Es algo complicado aparcar, tiene zona de pago, pero nosotros nos las apañamos para aparcar en otros sitios cercanos, como algún supermercado (Lidl). El sábado por la mañana fuimos a ver el famoso mercadillo. La ciudad estaba abarrotada, pero merece la pena ver la cantidad de cosas que tienen y sobre todo la zona de productos frescos con los quesos y sobre todo el foie gras que es el producto estrella. Otro día nos acercamos por la noche para ver las actuaciones que había por toda la ciudad y estuvo divertido, en cada esquina encontrabas a alguien tocando un instrumento o haciendo algún espectáculo. Me llamo la atención un grupo de música country que tocaba. Vi como los franceses se animaban y un montón de parejas se pusieron a bailar como locos, bueno tal vez fueran franceses y de otras muchas nacionalidades pues es una ciudad muy turística. Merece la pena darse una vuelta por esta ciudad.



Un día hicimos el descenso del río Dordoña en canoa. Lo reservamos desde el mismo camping y nos aplicaron un descuento. Un autobús nos recogió en la puerta del camping y al terminar la actividad nos dejó de nuevo en la puerta. Nosotros recorrimos 16 kilómetros en la canoa y fuimos de dos en dos. Fue muy divertido y los paisajes son espectaculares, pasando cerca de castillos y pueblos muy chulos.

Al día siguiente madrugamos un poco y nos fuimos a Rocamadour, que es una ciudad religiosa y en ella hay varios santuarios. El pueblo se sitúa en tres alturas aprovechando un acantilado de 120 metros. En la parte baja se encuentran las viviendas, comercios, restaurantes y hoteles; en la segunda se encuentran los santuarios, a los cuales llegan los peregrinos a través de la gran escalinata o por un ascensor. Finalmente, en la parte alta se encuentra un castillo, al que se puede acceder en coche y fue donde nosotros aparcamos gratuitamente. Desde aquí empezamos a descender a través de un calvario donde vimos a un grupo de gente pasar por sus estaciones rezando. También se puede subir y bajar en ascensor de pago. Paseamos por sus calles y entramos en sus santuarios, nos gustó mucho.









Después de comer en la parte baja del pueblo, nos tocaba subir a por el coche, que pereza. Los chicos decidimos subir a por el coche mientras, mi hermana y madre visitaban las tiendas del pueblo. En la carretera de bajada al pueblo pudimos ver una panorámica del pueblo espectacular.

Por la tarde teníamos reservada una visita a unas cuevas Gouffre de Padirac. Habíamos comprado las entradas por internet unos días antes, esto es imprescindible pues es un lugar muy visitado. La entrada nos costó unos 15 € y tenía incluida un audio guía en español poco detallada. Nosotros teníamos la entrada a las cinco de la tarde y la visita duraba unas dos horas. El Gouffre de Padirac tiene una profundidad de 75 metros y un diámetro de 35, actualmente es una de las cuevas más visitadas de toda Francia y cuenta con 2,2 kilómetros abiertos al público. La entrada a la cueva es impresionante, es un gran agujero y se puede hacer por escaleras o en ascensor. Yo recomiendo bajar en escaleras y hacer la salida en ascensor. Después de bajar las escaleras entras en la cueva en sí y caminas por el interior hasta llegar al embarcadero, una vez allí cogimos una barca en la que caben alrededor de 20 personas para navegar por el río subterráneo, aquí el audio guía no te cuenta nada e intentan poner a la gente según su idioma... pero ningún “gondolero” hablaba castellano. Tuvimos la suerte que una chica sevillana casada con un francés nos traducía los comentarios. El trayecto dura unos 10 minutos y termina en el Lago de la Lluvia donde como su nombre indica llueve y te mojas, en medio de este se encuentra una gran estalactita (Gran Pendeloque) que mide 60 metros de alto. En este punto también os harán una foto que más tarde podéis comprar al precio de 10 €.






Tras el paseo en barca nos dirigimos caminando al Lago Gours, de color azul cristalino y a la Sala del Gran Domo que tiene una impresionante cúpula de 94 metros de altura y un bonito lago con caprichosas formas, la más rara es una que parece una pila de platos, volvimos a la barca y regresamos de nuevo al punto de partida. Esta visita es imprescindible si te encuentras cerca del lugar.



Y se pasaron los cinco días de estancia en este camping. La zona es fantástica y los baños en el rio no los olvidaremos.