Alemania 2019

Friburgo, Schiltach, Todtnau...

Friburgo

Hoy llegábamos a un nuevo país para mí, Alemania. Queríamos tener nuestro campo base para visitar parte de Selva Negra cerca de Friburgo. El camping elegido era el Camping Kirchzarten en el pueblo de Kirchzarten. Fueron tan solo 75 kilómetros por carretera nacional y bastantes rotondas, pero fácil de conducir. El rio Rin hace de frontera entre Francia y Alemania. Antes de llegar al destino teníamos que pasar por Friburgo, la ciudad verde de Alemania, le «ha declarado la guerra» a los coches, podrás meterte en ella con tu coche, siempre y cuando tengas la pegatina que acredita que puedes conducir por el centro de la ciudad “pegatina verde”. A la entrada de la ciudad encontrarás una señal, que indica la prohibición de entrada a todos los coches que no dispongan de esa pegatina. Se puede ver que existen cámaras. Nosotros pedimos la pegatina por si acaso y nos enviaron la pegatina verde la cual no se corresponde con nuestro coche diésel de unos 14 años. Yo creo que esta pegatina no es necesaria para los extranjeros que quieran circular por esta ciudad, pero nosotros la teníamos y la pegamos en nuestro parabrisas, a mi padre le hacía gracia. El camping le teníamos reservado unas semanas antes de nuestra salida. Cuando reservamos nos asignaron una parcela que nos gustó, no tuvimos que pagar reserva y la podíamos anular sin ningún problema. Todo esto por email en un perfecto castellano. Es un camping fantástico. Instalaciones muy buenas y siempre limpias, los baños con calefacción si era necesario que algún día lo fue. Buenas piscinas, el vaso de estas era de acero inoxidable, esto que me pareció curioso. Se podían hacer barbacoas, ideal para centro base Selva Negra. En la recepción se encuentra Susana, que habla un perfecto castellano, es muy eficaz en su trabajo y además super amable también hablaban inglés y francés. Después de comer nos fuimos a dar un paseo a Friburgo. En el camping te dan una tarjeta transporte que te da la opción de coger gratuitamente los transportes para llegar a Friburgo y moverse por la ciudad y también para llegar hasta el lago Titisee. La estación de tren se encuentra a unos 10 minutos andando del camping. Después se tarda unos 15 minutos y tras hacer tres paradas llegas a la ciudad. El mismo sitio donde te deja el tren es donde luego le tienes que coger, pero claro en sentido contrario. Nosotros por culpa del idioma tuvimos alguna duda a la vuelta... Desde este camping hicimos varias visitas.

Schiltach

El viaje por la Selva Negra hasta llegar a este pueblo fue espectacular, montañas y montañas llenas de abetos. De aquí su nombre, hay dos teorías sobre este nombre, una de ellas es por el paisaje oscuro proveniente de los densos abetos que pueblan la selva o puede ser por que los romanos por lo oscuro de sus caminos le pusieron este nombre Populus nigra. Schiltach destaca por su maravilloso casco histórico medieval muy bien conservado repleto de casas con entramados de madera. Tal vez lo más bonito y curioso es la plaza principal, Marktplatz, es una plaza triangular e inclinada dónde también está el edificio del ayuntamiento. Los ríos Schiltach y Kinzig cruzan el pueblo formando agradables paseos por sus orillas.

Río Schiltach
Marktplatz
Río Kinzig

Alpirsbach

Después de ver este maravilloso pueblo fuimos a Alpirsbach, este pueblo no tenia mucho que ver, lo único que se encuentra aquí y que debió ser por lo que mi padre nos acerco al lugar es la Abadia Alpirsbach donde está la fabrica y tienda de la cerveza Alpirsbach. Mi padre conocía un lugar o almacén (Klumpp) donde vendían muchas variedades de cervezas alemanas. De todas las que degusto dice que la mejor la Alpirsbach.

Monasterio de San Blas
Abadia Alpirsbach

Triberg

Otra excursión que hicimos fue la visita a Triberg. De nuevo los 60 kilómetros aproximadamente del recorrido para llegar a este bonito pueblo fueron espectaculares. Antes de llegar al pueblo pasamos por un pequeño lago y decidimos parar para dar un paseo. Andando unos cuantos metros entramos en el camino que llevaba a las cascadas de Triberg. Probablemente esta cascada sea el atractivo más importante de la Selva Negra. El motivo es que es uno de los saltos de agua más grandes de toda Alemania. Son 163 metros de caída, repartidas en varios tramos. Puedes caminar cerca del agua y hay caminos que te llevan desde abajo hasta lo más alto, además nos encontramos con varias ardillas en nuestro camino. Después de varias horas paseando y haciendo fotos llegamos a la entrada “oficial” de las cascadas... El lugar por donde entramos nosotros era “gratuito”, bueno el precio por la entrada era asequible (5 euros), pero nos lo ahorramos.

Camino para llegar a las cascadas
Cascadas de Triberg
Cascadas de Triberg

Volvimos a por el coche y llegamos al pueblo. En el mismo pueblo está la entrada oficial a las cascadas. Nos dimos una vuelta por el pueblo y entramos en la tienda de los 1000 Relojes (de cuco), era una pasada la cantidad de relojes que pudimos ver dentro, desde pocos euros hasta varios miles de euros. Yo me compre un imán para mi colección.

Triberg
Tienda de los 1000 Relojes
Triberg

De vuelta a casa paramos en el reloj de cuco más grande del mundo, el cual al introducir un euro en una caja sus partes móviles empezaban a moverse.

Reloj de cuco gigante

Friburgo

Friburgo al estar cerca de nuestro camping y podernos desplazar en tren gratuitamente lo visitamos varios días. Uno de estos días reservamos un “Free tour” desde esta página web de Fernando, un madrileño que lleva viviendo por la zona unos cuantos años. Fue todo un acierto, nos explicaron un montón de cosas de esta ciudad y muchas curiosidades. Esta ciudad tiene más de 220.000 habitantes, y esta al suroeste de Alemania, es la «Puerta de entrada a la Selva Negra». Es una Ciudad universitaria, cosa que hace de Friburgo un lugar con mucha vida los 365 días del año. Situada a orillas del río Dreisam «La capital ecológica de Alemania», es el mejor modelo en utilización de la energía solar pues sus habitantes dicen que es la ciudad alemana donde tienen más días de sol al año... Se conforman con pocos días de sol, a nosotros nos llovió día si día no. Pudimos ver la Casa de la Ballena, el viejo y nuevo ayuntamiento y el guía nos llevó dentro de una oficina bancaria para ver este curioso edificio. También vimos la puerta de los Suabos y la catedral donde en la fachada de entrada se encuentran unas curiosas marcas gravadas que eran utilizadas por los mercaderes de la época como referencia de medida de los productos que compraban. En la plaza donde está la catedral ponen un mercado donde nos comimos unos estupendos perritos calientes con la auténtica salchicha alemana, buenísimos. Vimos los mosaicos de las aceras y los diseños que vimos en el empedrado de las calzadas del centro de la ciudad. Estos dibujos, normalmente puestos a la entrada de las casas, sirven o servían para identificar el tipo de persona o negocio que se puede hallar en su interior. Una bota de un zapatero, un pastel de una pastelería... Fue curioso ver una casa con un mosaico de un gato negro que en su día fue la vivienda del verdugo, esta persona era odiada por el pueblo y no podía tocar a nadie, tenía que llevar siempre guantes. Numerosos canales de agua (Bächle) recorren la ciudad donde los niños juegan con sus barcos de madera. Si algún turista se cae accidentalmente en alguno de estos, significa que se va a casar aquí. Hay una escultura de un cocodrilo en el río que recuerda a los alemanes que no deben tirar basura a este. La ciudad está llena de recuerdos del holocausto para demostrar que no volverá a pasar nada así. Otra tarde mientras mi hermana y mi padre disfrutaban de la piscina del camping, mi madre y yo nos fuimos de nuevo a Friburgo. Esta vez hicimos nosotros de guía de nuestros amigos Paco y Chelo, con los cuales coincidimos de nuevo, lo pasamos muy bien. Los paseos por esta ciudad eran muy tranquilos dado que por el centro los coches tienen prohibido la circulación y lo único que se ven son bicicletas y el tranvía.

Estación de tren
Friburgo
Puerta Medieval Martinstor
Friburgo
Torre de la catedral
Marcas de medida
Entrada a la catedral
Puesto de salchichas
Plaza de la catedral
Casa de la Ballena
Teatro
Almacén Histórico
Friburgo
Rau-Brunnen
Friburgo
Viejo y nuevo ayuntamiento
Biblioteca Universitaria

Todtnau

Una de las cosas que más nos gusto fue la visita a Todtnau y su tobogán. Todtnau es un precioso pueblo en la ladera sur del monte Feldberg y a unos 30 kilómetros de la ciudad de Friburgo. Lo primero es compra las entradas (38 euros cuatro personas, que merece mucho la pena) puedes comprar solo la subida en el telesilla, o la subida en telesilla y bajar en el trineo. Lo normal es coger todo. Te montas en el telesilla y en unos 10 minutos estas arriba si no se para este, como nos ocurrió a nosotros y nos tuvieron otros diez minutos con las piernas colgando a una altura considerable. Nosotros aprovechamos para hacer fotos y admirar el paisaje espectacular.

Visita desde el telesilla

Una vez arriba, toca esperar observando el pueblo de Todtnau, la montaña del Schauinsland, el monte Feldberg, preciosos valles... nosotros esperamos sobre hora y media que se nos paso rápido junto con los típicos nervios por la nueva aventura. Llego el momento... Primero mi padre solo, luego mi hermana y yo y por ultimo mi madre. Te subes al trineo, te pones el cinturón de seguridad y ves como los de delante salen y se lanzan.

Y entonces aceleras y te lanzas. Mi padre se tiro y no vimos la luz roja del freno en ningún momento, luego mi hermana y yo con un poco de miedo al principio que se fue quitando rápidamente. Fueron tres kilómetros de bajada buaaa, una pasada. A mi madre que fue la que mas precauciones tomo, la tuvimos que esperar unos cuantos minutos a que bajara y detrás de ella vinieron unas cuantas personas que me imagino que no les hizo mucha gracia la poca velocidad de mi madre, pero para ella fue una prueba superada el tirarse por este aparato y lo disfruto un montón como nosotros. La sensación que sientes es mejor que la descubras por ti mismo a que te lo cuente yo. Son tres kilómetros de pura diversión y adrenalina.

Telesilla
Railes del tobogán
Trineos de Todtnau

Lago Titisee

Uno de los días que salió el tiempo frio y lluvioso nos fuimos junto a Paco y Chelo a ver el Lago Titisee. Nos fuimos en el tren de cercanías gratuitamente gracias a la tarjeta que te facilita el camping para el transporte. En unos veinte minutos estábamos en Titisee, mirando desde la ventana del tren el paisaje se pasó volando. Salimos de la estación y por una calle repleta de tiendas de souvenirs llegamos al lago, era un lago grandísimo y tenía varios embarcaderos. Pudimos ver fotos del lago completamente helado y la gente patinando sobre él. El día era bastante malo, hacia frio, viento y una lluvia fina que no nos dejó disfrutar de lo que me imagino que con un día soleado, el lugar nos hubiera encantado pero nos dejó un mal sabor de boca sobre todo por el viaje de vuelta. No tardamos mucho en visitar el lugar y nos volvimos al camping. De vuelta en una de las paradas que hizo el tren escuchamos por la megafonía unas palabras en alemán... Claro nosotros ni idea de lo que nos estaba contando, pero de repente todos los pasajeros empezaron a descender de los vagones y claro, nosotros detrás. Estando en el andén a unos doscientos metros un alemán empezó a dar gritos y soltar un discurso en una lengua desconocida para nosotros... y todos los pasajeros se movieron y montaron en un autobús, nosotros por supuesto detrás. En el autobús estaba puesta la calefacción a tope, y yo entre el calor, el hambre y que veía en el Google Maps que cada vez nos alejábamos más de nuestro camping me empecé a marear. Al final después de más de una hora llegamos a nuestro dulce hogar. Tendremos que volver a Titisee en otra ocasión, pero con mejor tiempo.

Lago Titisee
Titisee

Con esto se terminó nuestra estancia en Alemania. Me ha gustado mucho lo que he visto de este país y algunas cosas me han sorprendido... Allí en los supermercados y centros comerciales hay máquinas de reciclaje en las que, si se introduce una botella de plástico vacía, la máquina devuelve 25 céntimos para gastar en ese supermercado. Nosotros compramos alguna botella de plástico que tenía un precio de 15 céntimos y te cobraban otros 25 por el envase luego al día siguiente le introducías en la máquina de reciclaje y te daban un tique con el descuento para la siguiente compra. También me sorprendió el precio de la barra de pan 2.40 euros y el precio del gasóleo que era similar al precio en España. Nos encantaron las tartas que compramos en una pastelería del pueblo del camping, a mis padres la tarta Selva Negra y a mí la tarta Sacher, buenísimas. También las salchichas eran especiales y riquísimas y al parecer de mi padre la cerveza Alpirsbach de lo mejor. En este punto nos despedimos de Paco y Chelo. Fue un placer pasar unos buenos momentos por estas tierras con esta pareja, nos volveremos a ver algún día sin dudarlo.